Crees tenerlo todo en tus manos. Pero la suerte hoy, ni ayer, ni mañana se levanta con buen pié. Y te da la espalda y te hace la cruz a la vez. Y por si era poco, te miras al espejo y no puedes llegar a reconocerte, a describir tu joven pero ya envejecido cuerpo. Cuando las palabras, los sueños y la inspiración, únicas armas que te quedaban, se dejan llevar por el viento y escriben ya sus propias historias en el cielo...
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